viernes, 20 de junio de 2014

Y la historia empezó así…


Alrededor de 2007, yo estaba en el mejor momento de mi vida (Julieta) tenía todo lo que una mujer de 28 años podía pedir, un trabajo recién estrenado, unos papás que me amaban con todo el corazón, un carro del año (es más ni del año, 2008) y un quedante (es decir una pareja sin que fuera mi  novio) de lujo, todo lo que había soñado, el vaquero de mi vida.
-Recuerdo que cuando era pequeña Santa Claus  me regaló una vaca, y para mi era inmensa, si bien esta vaca era de juguete, yo imaginaba que podía ser real, ya que la ordeñaba como si fuera real, muía como una vaca real, tenía su cencerro. L a ilusión desapareció el día que mi mamá asumió que ya era suficiente para mí y la regaló. Hoy a mis 35 años, todavía mi mamá me sigue regalando cosas con el estampado de vaca derivado del reclamo que le hice por haberla regalado-
Por esto, un vaquero auténtico representaba en mi vida un triunfo, una vida con lo que yo siempre había soñado…Mi vaquero permaneció a mi lado unos meses, luego viajó a Brasil y regresó cambiado, nunca hice el esfuerzo por buscar algo estable o real con él y dejé que solo viviéramos el momento, obviamente él se consiguió alguien más aprovechando que yo ‘en apariencia’ solo quería pasar el rato.
Llegaba a clases y ahí estabas tú, callado (Oscar), sentado casi al final del salón y solo interactuando conmigo en los últimos minutos de clase, por ahora no recuerdo ni qué clase era, o según era, porque creo que ni les daba clase (Formación Humana?) me llamaba la atención que fueras tan callado, y pensaba que eras de intercambio, que no hablabas español y por eso permanecías callado.
Recuerdo que me pediste mi número y mi correo electrónico y poco a poco, demasiado despacio te fuiste acercando a mi.
El 14 de febrero un grupo de amigos tuyos me invitaron a Applebee’s y ahí te vi…También recuerdo haber ido a una fiesta en Lomas de Rosales, donde también estabas, era la segunda vez en mi vida que te veía fuera del entorno escolar, yo no podía permitir que me vieran como una persona muy joven que era, y me hacía la grande, en realidad tenía gustos similares a ustedes, a ti. (Excepto Arjona)
No recuerdo por qué no fui a la graduación de esa generación, pero saliste de preparatoria y me comentaste que te irás unos meses a Europa, y me pediste vernos. Te despediste de mi, no recuerdo exactamente donde nos vimos y solo platicamos un rato.
Regresaste de tu viaje y me buscaste, tenías poco tiempo ya que tu viaje a Iowa estaba en puerta, y tenías que cambiar de residencia. Te vi, en el estacionamiento de H.E.B. la verdad es que en esos momentos de mi vida, estaba tan desconsolada, pasé de tenerlo todo a no tener nada, la familia perfecta se había mudado a Monterrey, mi amado vaquero  me había dejado por otra, y mi vida era un caos, trataba de aparentar que las cosas estaban bien y en realidad no lo estaban…Llegué en otro coche porque me habían cambiado el coche mis papás, y como mi vida era un caos, estaba lista para irme de jarra con mis amigos, cuando llegaste al coche, verte con tu fiel cámara, intentar tomarnos una foto y decirte que no, verte agarrarte y hacerme para un lado para que solo platicáramos, me confundía. ¿Qué querrá de mi? Muchas veces me lo pregunté. Me diste una pluma, nos sacamos una foto, y la visita breve se encogió más.
Recuerdo que cuando estuviste instalado allá, te comunicaste conmigo. Me comentabas que las cosas te estaban costando trabajo, y que el ritmo al que iban tus compañeros, para ti, era un poco distinto. Una vez recuerdo que me escribías diciendo que tenías miedo y que peligraba tu beca y/o estancia allá porque no estabas dando los tiempo, pero tiempo más tarde las cosas empezaban a tomar curso otra vez.
Me llamaba la atención que me marcaras al teléfono de mi casa, estando allá…Qué tenía yo de especial o de distinto a las niñas de tu edad, de tu entorno, qué te podía ofrecer, absolutamente nada.
En esos años que estuviste lejos regresabas a Tampico, en cuanto regresabas buscabas la manera de comunicarte conmigo, me daba pena y risa, que siempre me buscaras, que yo te pudiera ofrecer tamales que acababa de hacer o pizza que según yo era mi especialidad, me daba pena porque sabía que tu entorno familiar era distinto, eras digamos de un nivel social más alto, o mejor que el mío.
Las veces que nos vimos, y que fuimos a ‘correr’ y que terminábamos con  los tenis llenos de arcilla, me daba risa, y mucha pena, nunca supe el nivel tenías sino hasta mucho tiempo después. Esos momentos, recuerdo que te veía con tu mochilita llegar a mi casa, casi siempre en la RAV o algunas veces en la KIA (No sé el nombre del modelo) siempre con tu cámara en la bolsa del short o pantalón y hacías el intento por sacarla para tomarnos foto y yo siempre me negué.
Me contabas cómo era tu vida primero con frío y luego al trabajar y estudiar al mismo tiempo, mientras yo seguía en mi búsqueda incansable de encontrar al hombre de mi vida. Entraron, en ese tiempo, 3 personas en mi vida, ninguna así de grande como yo lo pensé, pero no era lo que yo buscaba, había algo que me hacía falta encontrar en un hombre, pensaba que solo lo había podido hallar en mi ‘amado’ (que ahora que escribo amado, nada que ver) Vaquero.
Recuerdo también que tuve un amigo sacerdote que lo mandaron para Iowa, yo estaba emocionada, estaba en el mismo lugar (según yo) que tu.
El día que estuviste en Texas, dije ah que caray un poco más cerca, y cuando supe que una amiga muy querida vivía cerca, pensé –No sería mala idea ir- pero nunca en mi vida había tenido visa americana, de esto ya te estoy hablando que habían pasado 2 años, 3 tal vez. Y todavía seguíamos hablando y viéndonos de vez en nunca en el pueblo.
Muchas veces me pediste hacer una video llamada, a lo cual yo me negaba porque no pensaba que fuera una buena idea, eras menor que yo, y el hecho de insistir tanto me ponía nerviosa.
En esos mismos años, le di clases a tu hermana ‘mayor’  y digo ‘clase’ porque en realidad no hacíamos nada. Cómo se parecen, mismo color de cabello, misma expresión facial, mismo color de piel.
Y conocí por instantes a tu mamá y una o las otras dos hermanas. En cuanto me dijo su nombre, reaccioné y dije…Ah es mamá de Oscar, claro pase aquí con el  maestro.
Recuerdo también en ese tiempo que fue la graduación de tu hermana mayor, escuchar a una compañera de trabajo no muy grata para mi, la otra prefecta, decir, sí vi a Oscar en la graduación y me contó lo que está haciendo, está corriendo es USA, y por instantes me sentí celosa, ¡te había visto! Y yo no.
Fuimos a la playa una o dos o tres veces, siempre con tu cámara en mano, tomabas fotos de las olas, del agua, de la arena, de los pies, yo jamás quise meterme al agua contigo, por miedo a que me vieran contigo y pensaran que teníamos algo. Argumentaba que el agua estaba fría, que me dolía la cabeza, etc.
Un día fuimos a la bajada del mercado, a comprar pulseritas, otra vez a andar por ahí en el coche, a comprar una nieve, etc.
Y creo que la historia comienza aquí…
Junio 2010…yo estaba muy a gusto en mi zona de confort, tomaba con singular alegría la vida, iba a fiestas, salía (ya tenía yo 31 años) me divertía, era joven, lo soy, lo podía hacer.
Fui a la playa desde temprano, y compramos mi amigo Javier, Angelina y otros amigos de ellos que yo no conocía, una cantidad exagerada de alcohol, mis dos amigos eran amigos con derechos y yo me sentía a gusto con ellos pero incómoda de la situación, entonces te comunicaste, y claro que en cuanto te comunicaste me brillaron los ojos, quería que hicieras tu aparición en ese mismo instante pero tardaste horrores, recuerdo que cuando llegaste dijiste que habías ido a dejar a tu hermanita menor al Metro, ya que estaba en un curso de verano.
No recuerdo mucho de ese día pero sí el momento loco en el que te besé, el momento en que nos fuimos hacia mi casa, cuando nos desviamos y cómo tus manos iban tocando mi cuerpo, por cierto lleno de arena, ¡qué pena! Habían pasado 3 de que te conocía y jamás imaginé que pudiera llegar ese momento, aunque era muy notorio para mí, que te sintieras atraído por mi.
Y te lo digo honestamente, no sabía el por qué te sentías atraído por mí, no me consideraba pero para nada la mujer más bonita o con el mejor cuerpo.
Recuerdo haberte escrito días después, diciendo que te agradecía mucho pero que me entendieras, que había tomado y que no te quería hacer daño, que no quería nombrar la palabra error pero que no había estado bien lo que habíamos hecho.
Entonces los mensajes, y los correos fueron más insistentes, me parece que en ese tiempo tenía Black Berry y me llegaban pins tuyo a lo que contestaba solo con monosílabos o bien muy cortante, me contaste cómo fue tu regreso en caravana familiar a Texas, y traté de olvidar el pequeño incidente, claro con el respectivo bullying de mis amigos.
A eso siguieron una serie de llamadas, mensajes y correos electrónicos, que por ahora omitiré.
Hice el esfuerzo por no verte, por no verlo porque sentía que se podía ilusionar.
A esto sí siguieron visitas, cada vez más aisladas y llamadas cada vez menos respondidas, hasta que quedamos de vernos en diciembre del 2012, nos vimos y quedamos en darnos un regalo. Él me dio unos calzones rosas y una blusa verde, yo estaba asustada con el regalo, digo a pesar de ser unos calzones ‘grandes’ no deja de ser una prenda íntima. ¿Qué me quería decir? La blusa me la probé al instante y a pesar de no ser de mi gusto al 100% fue un buen regalo, yo le di una camisa de la jaiba brava sin saber que ésa no era la actual, qué pena ahora que lo se.
Y nos fuimos a comer a la playa. Su plan era comer en la casa de playa de la familia, gracias a Dios y a todos los santos que les rogué no se logró, no hubiera sabido que hacer con él. Terminamos comiendo mariscos en mi casa, ya que los planes de comer a la orilla del mar se cebaron, en ese momento mi vida giraba a un hombre que se llamaba igual que mi papá, Pedro, y pensaba que por ser mayor podía lograr algo con él, qué ilusa porque solo me usó para darse buena vida días antes de casarse.
Él, Oscar, me acompaño al IEST, donde estudiamos ambos, y donde trabajaba la persona que según yo era el amor en ese momento, lo ví y le dije que no podía verlo porque iba con mi amigo, y que quería estar con él, que me dejara en paz. Y así fue, regresé con él y todo fue tranquilidad, volvimos a casa y él se fue. Me invitaba a su graduación y por supuesto, a verlo a Texas
Tenía un viaje planeado y pagado a N.Y y L.A. y mi vida amorosa era un desastre, justo momentos antes de irme a L.A. un absceso de grasa apareció en mi pompa, a causa del estrés en el que estaba sometida, un cambio de trabajo, una jefa muy impositiva, una relación con un hombre mayor que no se quería comprometer, la primera vez que salía del país, etc.
Y estando en N.Y. no pude más y explotó mi absceso, me sentí tan mal, estar lejos de mi país de mi casa de mi familia y enferma. Pero era año nuevo y estaba en N.Y. y traté de pasarla bien, caminar por Times Square, por 5ª Av. Etc. Era un sueño hecho realidad, y más si nevaba.
Regresé a casa incapacitada, rendida y a los pocos días me di cuenta del engaño del hombre mayor, fueron unos meses muy difíciles, unos meses de mucho dolor espiritual y físico, de cansancio y desgano, y volvió a llegar a mi cuerpo otro absceso de grasa, con este segundo decidí poner fin a mis problemas, acabar de una vez y por todas con ellos y vencerlos, renacer nuevamente como las águilas y emprender el vuelo. Empecé a hacer yoga, encontré un salón cerca de la casa, un día que llevé a la lavandería la ropa y decidí que ese iba a ser mi bote salvavidas, lo tomé y no lo he soltado, decidí viajar sola, al extranjero otra vez y verlo a él, y fui a Dallas, con la esperanza de reencontrarme a mi misma.
Encontré que mucha gente me quiere y me estima y también encontré que alguien qué había permanecido cerca de mi por 5 ó 6 años, podría ser especial para mi vida. Para mi. Al estar de visita por una ‘recreación del viejo oeste’ fue que dije, ah caray, esto es lo que yo he estado buscando, alguien que pueda interactuar con mi gente, que me busque, que me quiera; tú (Él) trabajaba como reportero en una cadena televisiva de habla hispana muy importante. Días después salí con él y me llevó a un lago, fue la mejor vista que jamás pude tener, ahí al intentar abrazarme, yo no lo permití por temor a que me besara y esta vez quisiera más.
Solo le dije que no lo hiciera…y dejó de hacerlo.
Llegó el día de regresar de nuevo a casa, no me despedí de él pero si le mandé un mensaje, seguido de un mail.
Llegué a casa, y estuve haciendo meditación en un formato llamado Ejercicios Espirituales,  ahí fue cuando realmente me di cuenta lo cercano que había estado en mi vida, y lo que representaba para mi, seguridad.
Solo le mandé un mail diciendo que Ya no diría que no si intentaba algo conmigo, dejaba la puerta abierta por si él quería entrar. A lo que respondió gustoso que sí.
A esto siguieron meses de interminables llamadas, larguísimos mails y conversaciones que a veces eran alcanzadas por Morfeo. Pero le insistía que no podíamos ser bien vistos por ser él menor que yo, por tener mundos distintos, y porque la sociedad marcaba una diferencia muy grande y rechazaba a las mujeres que buscaban hombre jóvenes, porque sabía qué dirían al verme con alguien menor. Pero él decía que no había de qué preocuparse, que había que arriesgar, que a lo mejor con el tiempo llegábamos a algo, hablaba de hijos luego hablaba de sus hijos, de las familias, del futuro, y yo simplemente no entendía por qué quería permanecer tan cercano a mi.
Lo vi en una ocasión en México, y no permití que me besara por ese mismo temor, pero me sentía muy ansiosa y nerviosa de tenerlo cerca.
Planeamos muchas cosas para navidad, que era cuando nos volveríamos a ver, y entre tiempo hubo distanciamientos, hubo confusiones y hubo desilusiones pero siempre siguió el plan, vernos. Llegó diciembre y las cosas salieron peor de lo que lo esperé.
No nos vimos por temor a su familia, digo porque su familia estuvo en la misma ciudad que yo, y era prioridad su familia.
Sin embargo, regresé a verlo, en Semana Santa de este año en curso, y todo fue un maravilloso sueño, que poco a poco agarró forma. Viví uno de los mejores descansos de semana santa a lado de quien jamás imaginé. Al despedirme de él me costó tanto trabajo hacerlo, que me juré no enamorarme de él, y olvidarlo, sin embargo yo sabía que él necesitaba mi ayuda y mi apoyo en ese momento. Y volví a hablar con él a mi regreso a México.
Pero nunca pensé que con su cercanía a él regresar a nuestro pueblo de origen, las cosas cambiarían tanto.
En México nos vimos tres veces más, una a su recién llegada y todo fue miel sobre hojuelas pero algo sentía que ya no estaba bien, empezaba a dudar de mi, de mi compañía…¡De mi!
Nos vimos en Cd. De México y fue muy bonito también, fue como una película romántica con tintes de ficción, lo vi en acción, lo vi correr…lo vi hacer lo que mejor sabe hacer, y como decía mi antigua ‘jefa caemebien’ se me llenó el pecho de orgullo. Traté de aprovechar al máximo su compañía  y sentirme querida lo hacía especial.
Viajamos de regreso a nuestro lugar de origen y el viaje fue espectacular, entonces  fue que la magia empezó a desaparecer. Él simplemente me cambió.
El resto es historia, pasé los mejores 9-10 meses de mi vida, ‘a lado’ de alguien fabuloso, deportista, trabajador, hogareño, buen hombre (y 9 años menor).
Mi corazón se lo fue ganando poco a poco, y hoy al contarte esto, no me queda más que tener una sonrisa con un corazón roto.


No hay comentarios:

Publicar un comentario