Alrededor de 2007, yo estaba en
el mejor momento de mi vida (Julieta) tenía todo lo que una mujer de 28 años
podía pedir, un trabajo recién estrenado, unos papás que me amaban con todo el
corazón, un carro del año (es más ni del año, 2008) y un quedante (es decir una
pareja sin que fuera mi novio) de lujo,
todo lo que había soñado, el vaquero de mi vida.
-Recuerdo que cuando era pequeña
Santa Claus me regaló una vaca, y para
mi era inmensa, si bien esta vaca era de juguete, yo imaginaba que podía ser
real, ya que la ordeñaba como si fuera real, muía como una vaca real, tenía su
cencerro. L a ilusión desapareció el día que mi mamá asumió que ya era
suficiente para mí y la regaló. Hoy a mis 35 años, todavía mi mamá me sigue
regalando cosas con el estampado de vaca derivado del reclamo que le hice por
haberla regalado-
Por esto, un vaquero auténtico
representaba en mi vida un triunfo, una vida con lo que yo siempre había
soñado…Mi vaquero permaneció a mi lado unos meses, luego viajó a Brasil y
regresó cambiado, nunca hice el esfuerzo por buscar algo estable o real con él
y dejé que solo viviéramos el momento, obviamente él se consiguió alguien más
aprovechando que yo ‘en apariencia’ solo quería pasar el rato.
Llegaba a clases y ahí estabas
tú, callado (Oscar), sentado casi al final del salón y solo interactuando
conmigo en los últimos minutos de clase, por ahora no recuerdo ni qué clase
era, o según era, porque creo que ni les daba clase (Formación Humana?) me
llamaba la atención que fueras tan callado, y pensaba que eras de intercambio,
que no hablabas español y por eso permanecías callado.
Recuerdo que me pediste mi número
y mi correo electrónico y poco a poco, demasiado despacio te fuiste acercando a
mi.
El 14 de febrero un grupo de amigos
tuyos me invitaron a Applebee’s y ahí te vi…También recuerdo haber ido a una
fiesta en Lomas de Rosales, donde también estabas, era la segunda vez en mi
vida que te veía fuera del entorno escolar, yo no podía permitir que me vieran
como una persona muy joven que era, y me hacía la grande, en realidad tenía
gustos similares a ustedes, a ti. (Excepto Arjona)
No recuerdo por qué no fui a la
graduación de esa generación, pero saliste de preparatoria y me comentaste que
te irás unos meses a Europa, y me pediste vernos. Te despediste de mi, no
recuerdo exactamente donde nos vimos y solo platicamos un rato.
Regresaste de tu viaje y me
buscaste, tenías poco tiempo ya que tu viaje a Iowa estaba en puerta, y tenías
que cambiar de residencia. Te vi, en el estacionamiento de H.E.B. la verdad es
que en esos momentos de mi vida, estaba tan desconsolada, pasé de tenerlo todo
a no tener nada, la familia perfecta se había mudado a Monterrey, mi amado
vaquero me había dejado por otra, y mi
vida era un caos, trataba de aparentar que las cosas estaban bien y en realidad
no lo estaban…Llegué en otro coche porque me habían cambiado el coche mis
papás, y como mi vida era un caos, estaba lista para irme de jarra con mis
amigos, cuando llegaste al coche, verte con tu fiel cámara, intentar tomarnos
una foto y decirte que no, verte agarrarte y hacerme para un lado para que solo
platicáramos, me confundía. ¿Qué querrá de mi? Muchas veces me lo pregunté. Me
diste una pluma, nos sacamos una foto, y la visita breve se encogió más.
Recuerdo que cuando estuviste
instalado allá, te comunicaste conmigo. Me comentabas que las cosas te estaban
costando trabajo, y que el ritmo al que iban tus compañeros, para ti, era un
poco distinto. Una vez recuerdo que me escribías diciendo que tenías miedo y
que peligraba tu beca y/o estancia allá porque no estabas dando los tiempo,
pero tiempo más tarde las cosas empezaban a tomar curso otra vez.
Me llamaba la atención que me
marcaras al teléfono de mi casa, estando allá…Qué tenía yo de especial o de distinto
a las niñas de tu edad, de tu entorno, qué te podía ofrecer, absolutamente
nada.
En esos años que estuviste lejos
regresabas a Tampico, en cuanto regresabas buscabas la manera de comunicarte
conmigo, me daba pena y risa, que siempre me buscaras, que yo te pudiera
ofrecer tamales que acababa de hacer o pizza que según yo era mi especialidad,
me daba pena porque sabía que tu entorno familiar era distinto, eras digamos de
un nivel social más alto, o mejor que el mío.
Las veces que nos vimos, y que
fuimos a ‘correr’ y que terminábamos con
los tenis llenos de arcilla, me daba risa, y mucha pena, nunca supe el
nivel tenías sino hasta mucho tiempo después. Esos momentos, recuerdo que te
veía con tu mochilita llegar a mi casa, casi siempre en la RAV o algunas veces
en la KIA (No sé el nombre del modelo) siempre con tu cámara en la bolsa del
short o pantalón y hacías el intento por sacarla para tomarnos foto y yo
siempre me negué.
Me contabas cómo era tu vida
primero con frío y luego al trabajar y estudiar al mismo tiempo, mientras yo
seguía en mi búsqueda incansable de encontrar al hombre de mi vida. Entraron,
en ese tiempo, 3 personas en mi vida, ninguna así de grande como yo lo pensé,
pero no era lo que yo buscaba, había algo que me hacía falta encontrar en un
hombre, pensaba que solo lo había podido hallar en mi ‘amado’ (que ahora que
escribo amado, nada que ver) Vaquero.
Recuerdo también que tuve un
amigo sacerdote que lo mandaron para Iowa, yo estaba emocionada, estaba en el
mismo lugar (según yo) que tu.
El día que estuviste en Texas,
dije ah que caray un poco más cerca, y cuando supe que una amiga muy querida
vivía cerca, pensé –No sería mala idea ir- pero nunca en mi vida había tenido
visa americana, de esto ya te estoy hablando que habían pasado 2 años, 3 tal
vez. Y todavía seguíamos hablando y viéndonos de vez en nunca en el pueblo.
Muchas veces me pediste hacer una
video llamada, a lo cual yo me negaba porque no pensaba que fuera una buena
idea, eras menor que yo, y el hecho de insistir tanto me ponía nerviosa.
En esos mismos años, le di clases
a tu hermana ‘mayor’ y digo ‘clase’
porque en realidad no hacíamos nada. Cómo se parecen, mismo color de cabello,
misma expresión facial, mismo color de piel.
Y conocí por instantes a tu mamá
y una o las otras dos hermanas. En cuanto me dijo su nombre, reaccioné y
dije…Ah es mamá de Oscar, claro pase aquí con el maestro.
Recuerdo también en ese tiempo
que fue la graduación de tu hermana mayor, escuchar a una compañera de trabajo
no muy grata para mi, la otra prefecta, decir, sí vi a Oscar en la graduación y
me contó lo que está haciendo, está corriendo es USA, y por instantes me sentí
celosa, ¡te había visto! Y yo no.
Fuimos a la playa una o dos o
tres veces, siempre con tu cámara en mano, tomabas fotos de las olas, del agua,
de la arena, de los pies, yo jamás quise meterme al agua contigo, por miedo a
que me vieran contigo y pensaran que teníamos algo. Argumentaba que el agua
estaba fría, que me dolía la cabeza, etc.
Un día fuimos a la bajada del
mercado, a comprar pulseritas, otra vez a andar por ahí en el coche, a comprar
una nieve, etc.
Y creo que la historia comienza aquí…
Junio 2010…yo estaba muy a gusto
en mi zona de confort, tomaba con singular alegría la vida, iba a fiestas,
salía (ya tenía yo 31 años) me divertía, era joven, lo soy, lo podía hacer.
Fui a la playa desde temprano, y
compramos mi amigo Javier, Angelina y otros amigos de ellos que yo no conocía,
una cantidad exagerada de alcohol, mis dos amigos eran amigos con derechos y yo
me sentía a gusto con ellos pero incómoda de la situación, entonces te
comunicaste, y claro que en cuanto te comunicaste me brillaron los ojos, quería
que hicieras tu aparición en ese mismo instante pero tardaste horrores,
recuerdo que cuando llegaste dijiste que habías ido a dejar a tu hermanita
menor al Metro, ya que estaba en un curso de verano.
No recuerdo mucho de ese día pero
sí el momento loco en el que te besé, el momento en que nos fuimos hacia mi
casa, cuando nos desviamos y cómo tus manos iban tocando mi cuerpo, por cierto
lleno de arena, ¡qué pena! Habían pasado 3 de que te conocía y jamás imaginé
que pudiera llegar ese momento, aunque era muy notorio para mí, que te
sintieras atraído por mi.
Y te lo digo honestamente, no
sabía el por qué te sentías atraído por mí, no me consideraba pero para nada la
mujer más bonita o con el mejor cuerpo.
Recuerdo haberte escrito días
después, diciendo que te agradecía mucho pero que me entendieras, que había
tomado y que no te quería hacer daño, que no quería nombrar la palabra error
pero que no había estado bien lo que habíamos hecho.
Entonces los mensajes, y los
correos fueron más insistentes, me parece que en ese tiempo tenía Black Berry y
me llegaban pins tuyo a lo que contestaba solo con monosílabos o bien muy
cortante, me contaste cómo fue tu regreso en caravana familiar a Texas, y traté
de olvidar el pequeño incidente, claro con el respectivo bullying de mis
amigos.
A eso siguieron una serie de
llamadas, mensajes y correos electrónicos, que por ahora omitiré.
Hice el esfuerzo por no verte,
por no verlo porque sentía que se podía ilusionar.
A esto sí siguieron visitas, cada
vez más aisladas y llamadas cada vez menos respondidas, hasta que quedamos de
vernos en diciembre del 2012, nos vimos y quedamos en darnos un regalo. Él me
dio unos calzones rosas y una blusa verde, yo estaba asustada con el regalo,
digo a pesar de ser unos calzones ‘grandes’ no deja de ser una prenda íntima.
¿Qué me quería decir? La blusa me la probé al instante y a pesar de no ser de
mi gusto al 100% fue un buen regalo, yo le di una camisa de la jaiba brava sin
saber que ésa no era la actual, qué pena ahora que lo se.
Y nos fuimos a comer a la playa.
Su plan era comer en la casa de playa de la familia, gracias a Dios y a todos
los santos que les rogué no se logró, no hubiera sabido que hacer con él.
Terminamos comiendo mariscos en mi casa, ya que los planes de comer a la orilla
del mar se cebaron, en ese momento mi vida giraba a un hombre que se llamaba
igual que mi papá, Pedro, y pensaba que por ser mayor podía lograr algo con él,
qué ilusa porque solo me usó para darse buena vida días antes de casarse.
Él, Oscar, me acompaño al IEST,
donde estudiamos ambos, y donde trabajaba la persona que según yo era el amor
en ese momento, lo ví y le dije que no podía verlo porque iba con mi amigo, y
que quería estar con él, que me dejara en paz. Y así fue, regresé con él y todo
fue tranquilidad, volvimos a casa y él se fue. Me invitaba a su graduación y
por supuesto, a verlo a Texas
Tenía un viaje planeado y pagado
a N.Y y L.A. y mi vida amorosa era un desastre, justo momentos antes de irme a
L.A. un absceso de grasa apareció en mi pompa, a causa del estrés en el que
estaba sometida, un cambio de trabajo, una jefa muy impositiva, una relación
con un hombre mayor que no se quería comprometer, la primera vez que salía del
país, etc.
Y estando en N.Y. no pude más y
explotó mi absceso, me sentí tan mal, estar lejos de mi país de mi casa de mi
familia y enferma. Pero era año nuevo y estaba en N.Y. y traté de pasarla bien,
caminar por Times Square, por 5ª Av. Etc. Era un sueño hecho realidad, y más si
nevaba.
Regresé a casa incapacitada,
rendida y a los pocos días me di cuenta del engaño del hombre mayor, fueron
unos meses muy difíciles, unos meses de mucho dolor espiritual y físico, de
cansancio y desgano, y volvió a llegar a mi cuerpo otro absceso de grasa, con
este segundo decidí poner fin a mis problemas, acabar de una vez y por todas
con ellos y vencerlos, renacer nuevamente como las águilas y emprender el
vuelo. Empecé a hacer yoga, encontré un salón cerca de la casa, un día que
llevé a la lavandería la ropa y decidí que ese iba a ser mi bote salvavidas, lo
tomé y no lo he soltado, decidí viajar sola, al extranjero otra vez y verlo a
él, y fui a Dallas, con la esperanza de reencontrarme a mi misma.
Encontré que mucha gente me
quiere y me estima y también encontré que alguien qué había permanecido cerca
de mi por 5 ó 6 años, podría ser especial para mi vida. Para mi. Al estar de
visita por una ‘recreación del viejo oeste’ fue que dije, ah caray, esto es lo
que yo he estado buscando, alguien que pueda interactuar con mi gente, que me
busque, que me quiera; tú (Él) trabajaba como reportero en una cadena televisiva
de habla hispana muy importante. Días después salí con él y me llevó a un lago,
fue la mejor vista que jamás pude tener, ahí al intentar abrazarme, yo no lo
permití por temor a que me besara y esta vez quisiera más.
Solo le dije que no lo hiciera…y dejó
de hacerlo.
Llegó el día de regresar de nuevo
a casa, no me despedí de él pero si le mandé un mensaje, seguido de un mail.
Llegué a casa, y estuve haciendo
meditación en un formato llamado Ejercicios Espirituales, ahí fue cuando realmente me di cuenta lo
cercano que había estado en mi vida, y lo que representaba para mi, seguridad.
Solo le mandé un mail diciendo
que Ya no diría que no si intentaba algo conmigo, dejaba la puerta abierta por
si él quería entrar. A lo que respondió gustoso que sí.
A esto siguieron meses de
interminables llamadas, larguísimos mails y conversaciones que a veces eran
alcanzadas por Morfeo. Pero le insistía que no podíamos ser bien vistos por ser
él menor que yo, por tener mundos distintos, y porque la sociedad marcaba una
diferencia muy grande y rechazaba a las mujeres que buscaban hombre jóvenes,
porque sabía qué dirían al verme con alguien menor. Pero él decía que no había
de qué preocuparse, que había que arriesgar, que a lo mejor con el tiempo
llegábamos a algo, hablaba de hijos luego hablaba de sus hijos, de las
familias, del futuro, y yo simplemente no entendía por qué quería permanecer
tan cercano a mi.
Lo vi en una ocasión en México, y
no permití que me besara por ese mismo temor, pero me sentía muy ansiosa y
nerviosa de tenerlo cerca.
Planeamos muchas cosas para
navidad, que era cuando nos volveríamos a ver, y entre tiempo hubo
distanciamientos, hubo confusiones y hubo desilusiones pero siempre siguió el
plan, vernos. Llegó diciembre y las cosas salieron peor de lo que lo esperé.
No nos vimos por temor a su
familia, digo porque su familia estuvo en la misma ciudad que yo, y era
prioridad su familia.
Sin embargo, regresé a verlo, en
Semana Santa de este año en curso, y todo fue un maravilloso sueño, que poco a
poco agarró forma. Viví uno de los mejores descansos de semana santa a lado de
quien jamás imaginé. Al despedirme de él me costó tanto trabajo hacerlo, que me
juré no enamorarme de él, y olvidarlo, sin embargo yo sabía que él necesitaba
mi ayuda y mi apoyo en ese momento. Y volví a hablar con él a mi regreso a
México.
Pero nunca pensé que con su
cercanía a él regresar a nuestro pueblo de origen, las cosas cambiarían tanto.
En México nos vimos tres veces
más, una a su recién llegada y todo fue miel sobre hojuelas pero algo sentía
que ya no estaba bien, empezaba a dudar de mi, de mi compañía…¡De mi!
Nos vimos en Cd. De México y fue
muy bonito también, fue como una película romántica con tintes de ficción, lo
vi en acción, lo vi correr…lo vi hacer lo que mejor sabe hacer, y como decía mi
antigua ‘jefa caemebien’ se me llenó el pecho de orgullo. Traté de aprovechar
al máximo su compañía y sentirme querida
lo hacía especial.
Viajamos de regreso a nuestro
lugar de origen y el viaje fue espectacular, entonces fue que la magia empezó a desaparecer. Él
simplemente me cambió.
El resto es historia, pasé los
mejores 9-10 meses de mi vida, ‘a lado’ de alguien fabuloso, deportista,
trabajador, hogareño, buen hombre (y 9 años menor).
Mi corazón se lo fue ganando poco
a poco, y hoy al contarte esto, no me queda más que tener una sonrisa con un
corazón roto.
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